Brasilia, Washington, San Petersburgo o Madrid fueron concebidas como ciudades que debían desempeñar un papel político y administrativo. Benarés, Fátima, Lourdes o Santiago de Compostela deben su fundación a un motivo esencialmente religioso. No obstante, la mayoría de las ciudades deben su origen bien a una actividad comercial ligada a los medios de transporte o bien a una actividad industrial relacionada con la necesidad de mano de obra lo que supone un foco de inmigración de la población rural.
En relación con la densidad demográfica y con las múltiples necesidades de la población, las actividades que se realizan en el interior de la ciudad son variadas y diferentes, y se encuentran distribuidas de forma más o menos ordenada en el plano urbano.
Algunas de las funciones más significativas de la ciudad son la residencial, la industrial, la administrativa, la comercial y otras funciones, como religiosa, cultural, educativa, etcétera.